martes, 11 de agosto de 2009

En Imagen Pública, así vamos...

Ayer tuve que acudir a uno de los ayuntamientos aquí en Tabasco pues debía realizar unos trámites. Hacía ya un par de años que no iba así que con la administración actual me esperaba una buena impresión. Pero NO fue así. Lo primero en observar fue en los cambios radicales en las oficinas. ¡¡¡ Estaban peor!!!

La imagen que las dependencias públicas ofrecen debe ser una de las preocupaciones de quienes están a su cargo. No es posible concebir que la ciudadanía presente opiniones negativas cuando lo que se busca es permanecer en el poder el mayor tiempo posible (y lo mejor posible, aunque esto ultimo no siempre es prioridad para los gobernantes).

Y la imagen en las oficinas e instituciones públicas no sólo se refiere a cómo se encuentran físicamente. La ambientación es parte importante en el diseño de una oficina. Es desagradable llegar y observar un aglutinamiento de cajas, archivos, por mencionar; o bien, encontrar espacios pequeños con varios escritorios y con sendas máquinas de escribir que sólo están de adorno porque no hay gente trabajando con ellas.

La iluminación no se queda atrás. El uso de los colores y la luz permite provocar ciertas sensaciones que pueden afectar positiva o negativamente a quienes se encuentren en cierto espacio. Posiblemente con la llamada austeridad se ha dado en colocar unas lámparas que apenas iluminan y hacen de las oficinas un lugar poco agradable para estar.

El recurso humano es también parte importante en la imagen pública a niveles institucionales. Anteriormente las secretarias y otro personal portaban uniformes (a muchas no les favorecía el color, pero ya pasó), pero en esta visita noté que fue otro de los cambios que la administración decidió realizar. Y quiero pensar que esto no es muy común en los ayuntamientos locales (espero no equivocarme).

Aunque los uniformes son estandarizados y pocas veces se da oportunidad de adaptarlos a las cualidades físicas de quienes lo portan, distinguen a cierta organización de otra. La adecuada selección en cuanto al tipo de uniforme, texturas, colores, cortes, pueden ofrecer una mejor imagen y permiten también ahorros al personal pues no tienen que estar comprando más ropa para estar presentables día a día en su trabajo.

Considero que el uniforme no tiene por que ser igual en cuanto al diseño. Cada uno de los miembros del personal debería adaptarlo según sus características físicas (tipo de cuerpo y personalidad) pues NO todos presentamos las mismas cualidades, por lo que un uniforme puede favorecer a unos mientras que a otros les irá fatal (lo cual se reflejará en su estado de ánimo y será percibido por quienes le rodean).

El protocolo o forma en que se recibe a los ciudadanos que acuden por diversos motivos a las oficinas públicas debe ser otro factor a considerar, pues actualmente dejan mucho que desear. No es posible que alguien de una comunidad rural sea recibido con cierta indiferencia y algún empresario se le den todas las facilidades. El trato debe ser igual pues a la hora de buscar el voto hasta de beso saludan a quienes no conocen. Debe haber un buen trato y una atención especial a cualquiera que acuda, sin importar de donde viene.

En sí, son algunos puntos que puedo reseñar de mi última visita a ese ayuntamiento. Espero que la próxima administración se ocupe en mejorar muchas de estas necesidades sin descuidar las necesidades sociales que mucha falta hace.

domingo, 2 de agosto de 2009

NO TODOS SABEN LO QUE DICEN SABER

Me encontraba viendo la emisión del programa sabatino “Todo el mundo cree que sabe” cuando el conductor del mismo dio a conocer la cifra de estudiantes en México: 40 millones. Y también dijo que era el equivalente a la población de España. Sin embargo, el comentario no sólo fue para conocer dichos números sino para hacer hincapié en lo que México sería si con una comunidad estudiantil tan grande como el total de habitantes del país ibérico contara con los apoyos necesarios para desarrollarse, y a su vez, dar paso la nota sobre el trabajo que realiza el Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE) con respecto a las escuelas de tiempo completo y en Alianza por la Educación.
A raíz de ello surge el comentario siguiente:
El conductor tiene mucha razón al decir que México sería un país con un progreso equiparable a las potencias europeas siempre y cuando los estudiantes y profesionistas en formación recibieran los apoyos necesarios y de calidad para alcanzar el ansiado nivel de competitividad, ya no hablemos tanto a nivel mundial, sino dentro del continente americano. No sólo la economía mexicana ha descendido. Los niveles educativos se encuentran bajos.
Aunque el programa de televisión patrocinado por el SNTE es un buen canal para ir buscando limpiar una imagen que por años se ha pisoteado y dado mucho qué hablar, la realidad es que mucha culpa tienen los docentes y los propios lideres del sindicato de profesores al no tomarle la importancia requerida a la situación de la educación en México.
Se ha priorizado la necesidad de poder y presencia en la escena política que ocuparse en desarrollar los niveles adecuados para competir y prepararse acorde a las exigencias que los tiempos actuales demandan.
Manifestaciones, declaraciones mediáticas, divisionismo, protagonismo, puentes, suspensiones e inasistencias excesivas en el calendario escolar, han propiciado una mala imagen no sólo del SNTE sino de autoridades encargadas de vigilar el cumplimiento del artículo Constitucional, el cual atribuye a los mexicanos el derecho a la educación, y al que sólo se ha dado una importancia parcial.
Ya no sería una utopía compararnos a los países europeos si todos los actores inmersos en el universo de la educación realizaran su tarea, es decir, padres, alumnos, profesores y autoridades. Sin embargo, vivimos en México, un país donde el compadrazgo, el individualismo, las ansias por el poder, las aspiraciones enfermizas, la corrupción, la desigualdad social, la pobreza, el pago de favores políticos, la falta de oportunidades y muchos otros factores son el común denominador del diario acontecer, pues qué podemos esperar.
Un programa de televisión no sólo es para concursar y mostrarle a los mexicanos que un niño de primaria sabe más. Debe servirnos para reflexionar qué estamos haciendo para mejorar como personas y cómo estamos contribuyendo para hacer de nuestro país un lugar mejor. Pero también debemos preguntarnos si a quienes les hemos dado la confianza para educar a las nuevas generaciones están cumpliendo con dicha encomienda.
De nada serviría que el SNTE se promueva como el medio por el cual la educación en México va a mejorar, cuando ellos mismos han propiciado la situación en la que estamos. Lo crucial es que los programas educativos que están poniendo en marcha reciban el máximo apoyo, que el sistema educativo se perfeccione, que los planes de estudios se actualicen con base en las necesidades actuales y que cada uno dé lo mejor de sí para alcanzar niveles no sólo basados en números sino que se refleje en una calidad y competitividad.